Abordar un libro, según Lucio Cerdá
Pistas metodológicas Todo texto plantea una cuestión central que es necesario resolver: Cómo abordar su lectura. ¿Podría existir una metodología para hacerlo? ¿Si así fuera, tendría sentido práctico su aplicación? ¿Qué espera cada lector obtener de la experiencia de lectura? Algunas pistas metodológicas pueden extraerse de las reflexiones que siguen.
¿Cómo me acerco a un texto, o más precisamente, qué ocurre entre un libro y mis perplejidades? Leo siempre, desde siempre. Mis libros suelen parecerse a la memoria de lo que soy o creo ser: acuden a trabajar mi identidad, no se privan de cincelarme como múltiples artesanos prepotentes. Leer, creo, es siempre un encuentro y no quise elaborar nunca ninguna estrategia previa ante unas páginas desconocidas.
Sí, en cambio, reconozco un gesto habitual: acaricio casi impúdicamente la tapa, mis dedos recorren las hojas vírgenes de pupilas como si allí fuera a encontrar algún aviso de lo que vaya a ocurrirme. Nada; siempre es lo mismo. El lector es un cazador furtivo que recorre las tierras de otro, dijo alguien y así, justamente, me siento al comenzar la lectura.
Diferentes son, claro, las experiencias una vez que dejamos de ser el texto y yo, desconocidos. Hay libros que cierro definitivamente y mi semblante se parece a sí mismo; hay otros, sin embargo, que estallan como estrellas inocentes: son aquellos libros que se incrustan en mi alma y me inundan de conversaciones, de anhelos, de preguntas, de desazones. A estos últimos necesito imposiblemente tenerlos cerca y es así que intento oponerme a las leyes de la física. Donde hay varios, muchos libros, no puede haber otra multitud de ellos. Los alejo entonces pidiéndoles disculpas (ya te traeré cerca nuevamente, son sólo unas pocas semanas de separación).
Fui acusado de ensimismarme entre páginas, a veces con razón, y no faltó el rudo familiar que señalara la pérdida de tiempo que leer suponía (en aquellos días los acusados eran los libros del Príncipe Valiente). Mucho, mucho más tarde, encontré una justa réplica en Saramago: Son plácidas todas las horas que perdemos, si en el perderlas, como en una jarra, ponemos flores.
Una revelación final. No me suele ser grato que interrumpan la lectura más de lo debido con una excepción: una perrita llamada Azúcar no toma a veces demasiado en cuenta la seriedad de mis meditaciones y me hace saber, mirándome fijo largos instantes, que ha llegado la hora de jugar: allá voy.
El autor en su salsa: Perfiles
Otros autores, otras salsas
Daniel I. Krichman Enrique Quagliano Gabriela Sellart Román Mazzilli Diana Laura Caffaratti Alicia Le Fur M. Rosario de la Riestra Fabián Scabuzzo |
Categoría: Abordar un libro