Cuaderno de Campo Nº 4: Educación mediada por TICs
Escuchar a los actores
Pensar en la edición de un número de Cuadernos de Campo, dedicado a reflejar el estado del arte en materia de Educación mediada por Tecnologías de Información y Comunicación en nuestro país, ha tenido sus complejidades: ¿Qué se debería mostrar: proyectos, logros, actores, enfoques, políticas? El tema es lo suficientemente extenso y controversial como para no empezar preguntándose por la mejor manera de hacerlo. Estaba claro que alguien debía pasar al frente y exponer, pero ¿quién? ¿La tecnología tendría que dar examen? ¿Las ciencias de la educación debían hacerlo? ¿Las instituciones educativas, tal vez? ¿El Estado? ¿Los docentes?
La idea del proyecto editorial fue escuchar a algunos de los actores que han logrado abrirse camino en los últimos años con un emprendimiento, para intentar aprender cómo sobrevivieron, cómo esperan crecer, cómo piensan hoy frente a sus propios resultados. La apuesta fue incluir voces diversas, tanto desde su posición social cuanto desde el nivel educativo y el alcance del proyecto.
Como sucede con las antologías, todo informe de situación se construye como un relato panorámico hecho desde una perspectiva irremediablemente parcial. Es que -como decía Pichón Riviere- el que observa también hace sombra sobre la escena. En lugar de justificar las ausencias, encuentro más productivo hacer una descripción del escenario tal como yo lo veo.
Contexto
Las tics son herramientas. Un martillo es tan una herramienta como lo es un teléfono celular. Sin embargo, uno y otro cada vez se parecen menos desde la metafunción. Hasta hace muy poco tiempo aceptábamos que las herramientas solamente extendían las capacidades del cuerpo. Mientras el martillo parece haber alcanzado la cima de su desarrollo funcional, la flecha del desarrollo tecnológico sugiere que el celular se asemeja cada vez más a la mano que puede empuñar el martillo. Y no solamente eso. La aplicación de tecnologías (particularmente TICs) en los procesos de enseñanza y aprendizaje está mostrando que su mediación puede ampliar dramáticamente la calidad del pensamiento, lo cual implica un cambio todavía más relevante.
Sin embargo, este proceso se da en el marco de un capitalismo de mercado al que le interesa posicionar aquellas cualidades, pero resiste estas otras. Le inquietan.
Sobre tales coordenadas es posible desplegar diversas problemáticas que agregan tensiones cruzadas al cuadro. La primera es quizás la más silenciosa y brutal: el desarrollo de las TICs está forzando uno de los cambios paradigmáticos más profundos de los que tengamos noticias: Se está jugando el pasaje del paradigma del tener, acuñado por la sociedad industrialista y reformulado al compás de los sucesivos avatares de su desarrollo, al paradigma del acceder, que viene de la mano de la Sociedad Científico Tecnológica, como la ha llamado Alcira Argumedo.
No es un cambio menor, ya que por primera vez el sujeto está en el centro de la escena. Aunque convive todavía con el paradigma anterior, esta valoración del individuo privilegia sus habilidades y competencias por encima de sus posesiones o ubicación social.
En el plano de la cultura proliferan alumbramientos y desgarramientos. Lo que sabíamos, no alcanza para cubrir todos los campos que se han abierto. La horizontalización de muchos accesos, combinada con la explosiva superproducción de conocimiento, la aparición de nuevas prácticas a partir de las aperturas de posibilidades no conocidas hasta hoy, ponen en crisis prácticamente todos los enunciados sobre los que fue construida la sociedad de nuestros padres, que todavía habitamos.
El conocimiento científico crece y se despliega a borbotones. Tenemos miles de disciplinas científicas nuevas y las tradicionales están siendo reformuladas constantemente. La gran cantidad de vectores transversales que genera esta nueva situación ha empezado a tejer una trama por encima de la superficie desgarrada de lo anterior. Lo nuevo está creciendo aún cuando no se ha regenerado el tejido que le dio soporte. Ejemplo dramático de esta situación es lo que sucede en la relación de la tríada Educación, Tecnología y Subjetividad: Mientras las instituciones todavía ni siquiera se preguntan por la inclusión de la tecnología en sus prácticas, por fuera de ellas, cada vez hay más docentes implementando proyectos relacionados con la llamada Web 2.0.
El estado, desfondado, tal como lo definía Ignacio Lewkowicz, hace poco y no siempre bien. El portal Educar está pensado para actores alfabetizados informáticamente. Menos del 15 % de los docentes del país acceden a él con alguna frecuencia. El canal Encuentro parece una excepción a esta regla, pero todavía no sale del circuito privado del cable y no se ha difundido la resolución que obliga a los cableoperadores a proveer gratuitamente a las escuelas la señal del Ministerio de Educación, según lo indica la resolución secreta del COMFER, publicada en el Boletín Oficial a mediados del año 2007.
Se manejan inversiones multimillonarias en dólares para informatizar las escuelas y no hay proyectos ni planes sistemáticos de capacitación para llegar a todos los rincones del país. El paisaje se repite en cientos de escuelas, sobre todo en las de la Argentina Profunda: máquinas de última generación en laboratorios cerrados o embaladas en sus cajas y depositadas en la comisaría local, porque no hay espacios adecuados para instalarlas. En todos los casos, la oferta tecnológica y la tecnología misma, continúan siendo invisibles para los pibes.
La superconcentración económica, la pobreza endémica y el alto valor simbólico que inviste hoy a la tecnología aportan lo suyo a la complejidad. En este pasaje del no tener al parecer que tengo, en este juego doloroso de la simulación, miles de pibes son empujados a comprar celulares como antes compraban zapatillas de marca o vaqueros, para sentirse propietarios del emblema de la inclusión.
El discurso del mercado insiste en presentar tener como equivalente a ser y en la convivencia con el paradigma nuevo, lo que se escucha es un mensaje equizofrénico y lo que se percibe es un rechazo visceral a la tecnología en la mayor parte de los actores.
Una mención especial merece el impacto, en este escenario, de la discusión entre (algunos) partidarios del software libre y los del software propietario, encarnados por defensores de las distribuciones de Linux y el gigante Microsoft. Cada uno desde su irreductible posición dice lo suyo. Se discuten espacios de mercado y, no pocas veces, la educación queda como rehén en la disputa.
En medio de ese panorama, la escuela, galponizada, flota a la deriva y no puede evitar ser desnudada en su verdadera situación por el avance de las tecnologías en todos los órdenes de la sociedad. Quizás lo más importante que estén haciendo hoy las TICs aplicadas a la educación sea hacer explícita esta realidad.
Las organizaciones profesionales no han tomado el tema en sus manos, ocupadas como están en la discusión por los salarios. ¿Será éste el vector principal en el mejoramiento de la calidad educativa? Mientras tanto, lo cierto es que se muestran todavía bastante poco permeables a impulsar las prácticas con tecnologías en la educación.
¿Y qué vamos a hacer?
Posiblemente ningún actor esté en condiciones de responder con sencillez esta pregunta. Mientras tanto, hagamos lo que podamos hacer, como dice (con sabiduría) en su artículo uno de los directores del Proyecto Gleducar.
Desde las Organizaciones de la Sociedad Civil, desde el sector privado, desde algunos espacios oficiales o motorizados por docentes en forma independiente, han ido surgiendo emprendimientos y se ven resultados diversos. Muchísimos embriones empiezan a desplegar sus promesas de hojas y de tallos. Cada uno aporta su verdad, construida a partir de la propia experiencia.
Todavía hay poca producción crítica transversal, interdisciplinaria y sistemática, como para empezar a iluminar un camino en el que la Humanidad tiene como respaldo una historia de algo más de quince años.
Se trata, ni más ni menos que de aprender a pensar en nuevas prácticas, a partir de tecnologías colaborativas. Mucho para imaginar, mucho para hacer.
De una u otra manera los especialistas plantean en estas páginas algo que a la mayoría de los docentes les resulta difícil escuchar: capacitarse requiere tiempo extra. La pregunta, no dicha, queda flotando: ¿quién debería pagar por ese tiempo?
Expresiones como brecha digital o nativos digitales, tan a la mano en los discursos públicos, muestran lecturas diferentes cuando se recorren las experiencias. Casi en todos los casos subrayando la desigualdad ¿Podremos avanzar sin explicitar para qué proyecto de país estamos educando?
La llamada Web 2.0 con su impronta de protagonismo horizontal, colaborativo y distribuido en la construcción de conocimiento, no cesa de ganar espacios en los dominios de la educación. Algunos de ellos abriendo caminos en el mundo de habla hispana.
Este proyecto editorial se ha propuesto escuchar a los hacedores. En las páginas siguientes están sus voces. Todos aceptaron el convite sin preguntar quién otro participaba. Aunque lo hayan intuido, están enterándose junto con los lectores. Es que, a su manera, esta actitud reproduce el espíritu de la Web 2.0: el sostenimiento de una conversación confluye en el re-conocimiento explícito de que hay otros con quienes intercambiar lo que se sabe, lo que se pregunta, lo que se aprende, lo que se hace y eso empieza a configurar un modelo de crecimiento.
Este cuaderno se complementa con un blog colectivo que ya está en línea. Allí hemos invitado a los autores a que se presenten ellos mismos. Allí esperamos encontrarlos a ustedes, para seguir esta conversación.
Daniel I. Krichman / Julio 25 de 2008
Categoría: Trama y relaciones