El padre y el árbol
Ella busca hace mucho tiempo. Casi tanto como el que hace que le falta su padre. Ha enviado cartas, realizado trámites, escrito preguntas y pensado hasta el cansancio. Insistiendo, diseñando atajos, buscando las ramas de un árbol del que se siente parte. Que empezó en Údine hace más de dos siglos y ramificó hacia la Argentina con las primeras corrientes inmigratorias.
La conocí hace unos pocos años. Contactó conmigo porque necesitaba tener cierta autonomía para enviar mails, mover archivos adjuntos, aprender a navegar y cosas así. Por eso dice que soy su profe de informática. Un día, casi porque sí, me mostró el gráfico que había construido con paciencia de amanuense, en el que plasmó un trabajo de reconstrucción genealógica formidable. Había logrado remontar el tiempo y ubicar ancestros suyos hasta 1830…
Conforme se familiarizaba con la virtualidad fue aceptando dar algunos pasos para permitir que en todo ese trabajo artesanal empezara a mediar la tecnología. El desafío fue entender cómo articular diferentes herramientas con prácticas desconocidas. Primero llegó una cuenta de Facebook y hubo de aprender a relacionarse a través de ella. Luego vino un grupo cerrado en la misma plataforma, tratando de hacer que participaran todos los familiares que había encontrado en su árbol y que además estaban activos en Facebook.
Y finalmente apareció la propuesta de hacer un encuentro virtual utilizando la herramienta de eventos, el chat, el grupo cerrado, una videoconferencia o lo que se pudiera. La idea era que que cada quien, con lo poquito de tecnología que manejara, subiera un foto, contara de quién se trataba y dejara un saludo de fin de año.
Anoche estuve ahí, al lado de ella, ayudando para que las cosas salieran lo mejor posible. Mi trabajo no es hacer que las cosas pasen, sino ayudar al otro a transitar las dificultades que aparecen en el terreno, una vez que se empieza a recorrer el rumbo que se ha trazado en un mapa imaginario. El mismo trabajo que hace un práctico de río timoneando esos enormes buques de ultramar que vemos desde su ventana cuando trabajamos.
Así como el práctico sabe que ha hecho bien su trabajo si ha podido conducir el buque por el canal de la hidrovía, ponerlo en el puerto de San Lorenzo y luego devolverlo al océano por el mismo desfiladero; yo supe que mi trabajo sirvió, cuando esta capitana de un proyecto que no es mío, consiguió amarrar su barco en destino, haciendo más o menos las cosas que le fui indicando que hiciera.
Anoche, finalmente, la magia de la virtualidad se hizo presente entre las ramas de un enorme árbol genealógico. Hubo fotos, videos, saludos y abrazos virtuales que desfilaron por un evento privado gestionado en la plataforma de Facebook. Durante unos cuantos minutos, ella conversó —videoconferencia mediante— con una prima de Oberá, y ninguna de las dos podían con la emoción. Luego lo hizo su madre, que tiene 83 años, que también estaba conociéndola en ese momento y no paraba de repetir que no entendía nada de lo que estaba pasando, pero le parecía increíble que pudiera suceder.
Ella, mi capitana de buque, aprendió anoche que, efectivamente, la tecnología puede servir para hacer un poco mejor la vida de las personas.
Salute!
Vino blanco en vasos verdes
A veces me gustaba sentarme con mi padre
ante una breve mesa dispuesta entre las plantas.
Con toda lentitud, mientras hablaba,
él cortaba el pan en pequeñas porciones
con sus manos acostumbradas a acariciar la vida,
después vertía el vino blanco en vasos verdes
y entre tranquilos sorbos
decía que hermoso el mediodía.
No sé por qué en una mañana de esas
se fue a cortar el pan a la melancolía
y a beberse el vino entre el rocío.
A veces, todavía, me gusta sentarme con mi padre
para contarle como va la vida.
Hamlet Lima Quintana
Categoría: Culturas, Trama y relaciones
Hermoso relato Daniel y particularmente me tocó porque ya hace dos años vengo haciendo los árboles genealógicos de mis ramas paterna y materna. Pero, este año viajé a Francia a conocer el pueblo de donde vinieron mis ancestros y también mediente internet recibí la ayuda de 3 franceses que estudian genealogía y sumaron a mi árbol francés 3 generaciones más, o sea que gracias a ellos he llegado hasta el 1650 …Y luego allá conocí a un primo lejano de mi madre con quien compartimos una tarde. Es una suerte poder saber de nuestro origen y hacer el recorrido que aquellos inmigrantes valientes y aventureros emprendieron…
Qué bien!! Muchas gracias por comentar y aportar ese dato de los expertos en genealogía, que puede servirle a mi capitana de buque!… Sí, es realmente emocionante el viaje hacia los ancestros. Abrazo grande