La educación del presente, el futuro
La educación que se imparte en la actualidad ¿nos está conduciendo hacia el futuro? No podría responderse esta pregunta, sin ubicar antes, algo de lo que entendamos por futuro. Digamos que es un lugar al que llegaremos. Es incierto topológicamente, aunque podríamos suponerle más producción de todo lo que observamos en la actualidad. Sólo por enumerar algunas cosas: Más aceleración tecnológica, más disponibilidad comunicativa, más concentración de la riqueza, más pobreza para la mayoría de la población mundial, más oportunidades para algunos, más analfabetismo regresivo, más descontrol de algunas variantes (como las relacionadas con la protección del Medio Ambiente), más conectividad y —si Bill Gates acierta una vez más con sus predicciones— cambios importantísimos en las estructuras de las grandes ciudades.
Cada lector podrá agregar o quitar de esta pequeña lista, lo que crea conveniente o perciba, y esto no cambiará el fondo de la cuestión. La pregunta seguirá en pie: ¿La educación que tenemos, nos está ayudando para habitar ese mundo al que nos dirigimos?
Hace algunos años, las metáforas acerca de la fluencia de las cosas, desprendidas del ensayo sobre Modernidad Líquida (1999) de Zygmunt Baumann y la saga que siguió acerca de las cosas que ahora deberíamos pensar como líquidas, nos pusieron ante una idea desoladora: En muchas cuestiones, el panorama actual puede compararse con la idea de lo que ocurre en un naufragio: Sin no hacemos nada, las cosas tienden a disgregarse. Fluyen. Se separan ¿Es malo eso? Si usted está pensando en afectos o relaciones amistosas en la red, debería tener cuidado en mantener lo que le interesa conservar unido. Del mismo modo si está pensando en sus clientes o en su público. Todo aquello que quede desatendido tenderá a fluir de modo diferente al flujo suyo y acabará alejándose de usted.
Pero si está pensando en que necesita un cambio para enfrentar las condiciones de encierro pandémico, por ejemplo, tal vez no sea del todo inconveniente que las cosas fluyan fuera de su control.
El mundo del marketing usa un concepto al que llama serendipia, que, para decirlo sintéticamente, significa que las cosas lo encuentran a usted. No siempre encontramos lo que buscamos, pero muchas más veces de las que creemos, las cosas nos encuentran a nosotros… siempre que prestemos atención a eso, claro. Podríamos encontrarle a este concepto, explicaciones de distinto tenor. Seguramente el azar y el inconsciente están implicados allí. No interesa ahora desentrañar el tema. Sólo hacer una referencia a un efecto que es indiscutible: Si abre una ventana pequeña, verá muy pocas cosas afuera. Si abre una gran ventana, verá muchísimas cosas. Pero tendrá que aprender a mirar para no encandilarse. Cuantas más cosas pasen por delante suyo es más probable que algo (o alguien) lo encuentre a usted.
Aunque no lo crea estamos hablando de educación en el estricto sentido de lo que significa formarse para habitar las condiciones del medio en que usted vive y para gestionar las relaciones con los otros de sus entornos de interés.
Alan Turing fue el primero en relacionar la idea de interfaz estableciendo una conexión simbólica entre la inteligencia y una computadora. Y eso ocurrió a mediados del siglo pasado. Desde entonces la tecnologías de la información y la comunicación no han dejado de acelerar su crecimiento. La ciencia no para de producir conocimiento. Pero todo ahora tiene una escala que es difícil de mensurar en relación con la perspectiva humana. Como es esperable, el mundo de la virtualidad va dándose también sus propias instituciones educativas que ya funcionan hoy.
Si usted comprende esto, comprenderá también que, aunque con sus propios tiempos —que suelen ser más institucionales que urgentes— la educación tradicional irá nutriéndose de todos esos saberes.
En sus manos está aprender hoy lo que crea que necesita aprender. Los espacios para hacerlo existen, los programas, los cuerpos docentes, el acompañamiento, puede encontrarlo en la mayor universidad digital del mundo, que está disponible gracias a la interfaz de la digitalidad.
Entonces, volvamos a la pregunta del comienzo: La educación que se imparte en la actualidad ¿nos está conduciendo hacia el futuro? Según sea su respuesta, su creencia, su percepción, seguramente tomará alguna decisión.
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