Manifestódromo: El señor Savater muestra su fuste
Ya había leído alguna vez acerca de que el Autor de Ética para Amador, cultivaba un doble standard en cuanto a sus declaraciones de ingresos o que maltrataba comercialmente a sus proveedores. Me pareció un fallido delicado en un actor público con tanta exposición mediática, que además reflexiona como padre y como filósofo (Amador es su hijo) acerca del Deber Ser, con todo lo que ese discurso irradia simbólicamente sobre su audiencia.
A través de esta propuesta que el señor Savater le dejé a los funcionarios del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, tenemos oportunidad de asomarnos a su verdadero fuste: Hacer un manifestódromo para evitar los piquetes en plena ciudad. Brillante, o como dice el autor del blog del que tomé la imagen (y donde no casualmente el post se llama «cerebro»): Hay que proteger a este filósofo, sobrado de agallas o valor, como el bien de Estado que es.
Probablemente el filoso español, a quien también podemos ver en el Canal Encuentro hablando acerca de los grandes nombres de la filosofía universal, se haya quedado corto. Seguramente no se animó a decir todo lo que pensaba y acaso le ha parecido un poco fuerte la idea, por eso después argumentó que solamente lo decía en broma.
Él y nosotros sabemos que, después de Freud , todo aquello que no puede decirse en serio se dice en broma.
Modestamente me gustaría hacer algún aporte en esa línea que propone el señor Savater a la que le encuentro algunos puntos de contacto con aquellas estrategias alfabetizadoras del Ministro Filmus como lo eran promover la lectura regalando libros en las canchas de fútbol y en las peluquerías ¿Se acuerdan?
Por ejemplo, podríamos fijar los días domingos y feriados para que los docentes y los bancarios hicieran paros. De esa manera, nadie vería afectado el ritmo normal de su vida.
Otra idea brillante, ya anticipada recientemente por el intendente de San Isidro, podría ser que hiciéramos un pobródromo en algún lugar bien alejado de la Capital Federal y el primer cordón del conurbano, para poner allí a toda esa gente que afea el paisaje con su aspecto desaliñado y ahuyenta el turismo internacional.
O un dengódromo, para reunir allí a todos los enfermos y presuntos enfermos epidémicos (¿quién los manda? ¿por qué no se cuidan?) y sacarlos del medio de las noticias, donde no hacen más que alterar la tranquilidad social. Eventualmente podríamos aprovechar que están todos juntos y rociarlos con algún producto de Monsanto, cosa que ya algunos productores sojeros han comenzado a hacer con los niños del norte de la provincia de Santa Fe.
Siempre tendremos al señor De Angeli, para decir por los medios que no es responsabilidad de los productores sino culpa del gobierno que no tiene una política agropecuaria. Algo así como la Obediencia Debida pero adaptada al escenario de la soja.
Para el caso de que no dispongamos del producto adecuado para tal cosa, podríamos encargarle al prolífico Ingeniero Solá que gestione alguna autorización express para introducirlo. Él es de las personas que ya tienen bastante experiencia en el tema.
Tengo un montón de ideas más (es evidente que la estimulación a pensar funciona para mí, señor Savater), pero ya no puedo seguir con toda esta joda.
Categoría: Culturas