Noticia de hoy. Historia de ayer.
El secuestro de niñas y jóvenes
Reflexiones en torno a la noticia, que conocí cuando en televisión vi el reportaje a Noelia
De chica mis padres me habían advertido: Si te perdés, solamente a los policías debés pedirle que te traigan, ellos están para eso, para devolver a los niños perdidos a sus familias.
Pero también me habían dicho que llevaban presos a los delincuentes. Y que como por no haber dejado el chupete, yo estaba en el borde de lo delictivo ellos podían venir a quitarme el chupete, a llevarme presa, o a las dos cosas. Eso llevó a que en mi relación con la policía coexistieran sentimientos contrapuestos. Sentimientos contradictorios que se perpetuaron. No quiero parecer irrespetuosa o negligente o frívola. Cuento el rumbo de mis pensamientos porque pueden ser los de muchos contemporáneos que vivieron bajo esa forma de crianza. Podrían decir: “A mí me pasó” y con eso me sentiría colmada.
Respecto a la función supuestamente protectora y de amparo que mis padres le adjudicaban a la policía, no sé si se la creían o me mintieron, como con los Reyes Magos y la Cigüeña.
Pero sí sé, que en eso, como en otras cosas, yo no pude trasmitirles a mis hijos las recomendaciones de mis padres. Por la época en que estos nacieron (el 1974 de Lopez Rega y el 1977 de bebés apropiados) el consejo era: Si ves un policía, rajá para el otro lado.
La advertencia de mis padres en confiar en los poderes instituidos cuando yo era chica, se debía tal vez a que esos poderes eran otra cosa, o a que ellos eran ingenuos.
Pero no solo ellos, porque esa advertencia de cuidado en la calle, también la recibían los otros chicos. En aquel tiempo las amenazas horribles era dos. Las gitanas que podían llevarnos bajo sus faldas, o el hombre desarrapado que podía meternos en la bolsa que cargaba al hombro.
Ahora las advertencias tienen que ver con la trata de personas. Para la esclavitud, la prostitución o el tráfico de órganos. Mi ambivalencia respecto a la policía continuó y continúa.
Ayer vi una entrevista y corroboré lo relatado en la noticia en un diario:
Trata de personas: estremecedor relato de joven raptada a plena luz del día
Link: Relato de una joven raptada a plena luz del dia
Hace 20 horas 1 de febrero de 2013
Una adolescente reveló cómo logró escapar de la camioneta en la cual la mantuvieron raptada dos hombres que la atraparon mientras transitaban las calles de Isidro Casanova. Había otra chica en el vehículo y se presume que iría a una red de prostitución.
La joven fue secuestrada cuando transitaban las calles de Isidro Casanova por dos hombres que se transportaban en una camioneta “trafic” blanca.
Según contó en declaraciones televisivas a Canal 9, en el momento de la captura ”no sospeché nada porque venían despacito con los vidrios bajos y con la mano hacia afuera. Por esa calle pasan muchos autos. Yo me quise defender pero el hombre era muy pesado y no me dio la fuerza. Cuando me subieron a la camioneta yo me quedé dura y mirando para el suelo”.
“Ellos no me liberaron, yo me escapé cuando ellos bajaron. Escuché que ellos bajaron de la camioneta y se fueron alejando, entonces me acerqué a la puerta y empecé a correr”, aseguró.
Noelia fue encontrada por sus padres en una plaza cercana al lugar de la captura con otra vestimenta, ya que fue obligada a cambiarse la ropa por sus captores. La policía investiga el caso pero aún se desconoce el paradero de la trafic y la otra chica que iba en su interior.
Cuando vi la nota en televisión, cuando escuché el relato de la chica y de su padre, y registré el peligro paseándose en camioneta por Isidro Casanova, como por cualquier calle, me asaltó la inquietud de pensar en el grado de exposición de las víctimas y de impunidad de los victimarios. Recordé la lucha inconclusa de Susana Trimarco y el juicio a iniciarse a quienes dejaron absueltos a tratantes de personas. La noticia de que ¡por fin! La legislatura Tucumana aceptó el pedido de destitución de los tres jueces que absolvieron a todos los acusados en el caso Marita Verón, eso abre alguna esperanza.
En la entrevista, Noelia refirió que había podido ocultar su celular cuando la obligaron a cambiarse la ropa, y que haber podido llamar y escuchar a su padre la sostuvo mientras huía corriendo para eludir a sus captores.
Quedó el sentimiento de dolor por la otra chica, presumiblemente desmayada, descompuesta o drogada, que quedó en el vehículo. Y el deseo de aportar datos para favorecer la búsqueda.
Otra cuestión sorprendente, ¿aunque no tanto? fue la actitud con que calmadamente procedieron sus captores. Como si estuvieran entrenados en este tipo de cuestiones. ¿Cómo profesionales?
Lo más significativo del relato sea tal vez esto: el hecho de que los dos se movieran con total tranquilidad, sin apresuramientos, ni nerviosismos. Como si fuera lo más natural del mundo, andar por la calle capturando chicas.
Y eso me mete de lleno en el centro de la inquietud que surgió al ver la nota en televisión (y que por ello necesité corroborar en el texto del diario): lo sobrecogedor, lo infinitamente aterrador es la calma de los delincuentes que integran las redes de la trata de personas. La forma en que se mueven que los coloca en el lugar de la total indiferencia, del total desprecio por el valor de la vida.
Cuando referí el hecho a alguien dijo: “ Si estaban tan tranquilos, debió ser porque contaban protección, o debió ser porque se sentían seguros de su impunidad”.
M.C.M. febrero 2013
Categoría: Trama y relaciones