Redes sociales y organizaciones populares

| 20 agosto, 2014 | 1 Comentario

Publicado originalmente en la web de ATE ROSARIO

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Daniel Krichman es consultor en tecnologías colaborativas y aprendizaje. Ha sido docente en establecimientos universitarios, terciarios y secundarios durante 10 años. Desde 2006 trabaja ayudando a personas y organizaciones a desempeñarse con las tecnologías 2.0. Desde 2013 ha estado colaborando en el Equipo de Comunicación de ATE Rosario, ayudando a mejorar las prácticas de nuestra organización dentro de las redes sociales. Terminada la etapa inicial, le hemos pedido que responda algunas preguntas, para tratar de entender cómo nos ven desde afuera en este tema.

¿Las organizaciones populares tienen que estar en las redes sociales?

Claro! Pero para responder eso primero necesitamos precisar qué significa estar en las redes sociales. A veces se piensa que tener un perfil en Facebook o una cuenta en Twitter equivale a estar en las redes sociales. Nada más alejado de la realidad. Entre una cosa y otra hay una diferencia muy importante en lo que se percibe de una red social y -derivado de eso- en la concepción de lo que hay que hacer allí.

Toda esta explosión de las comunicaciones que arrancó en 2004 (año que se considera como el inicio de lo que se llama la Web 2.0), es un fenómeno inédito en la historia del hombre: La horizontalización del acceso a la información (la posibilidad de intervenir directamente en las publicaciones de otros, debatir, publicar tus propias cosas, etc.), significa que por primera vez un dispositivo de comunicación de masas, considera al ciudadano de a pie como sujeto cultural. Podemos decir que las tecnologías 2.0, le dan la palabra al ciudadano común.

Esto es lo contrario de lo que venía sucediendo desde la primera democratización de la cultura y las comunicaciones que comenzó alrededor de 1450 con la invención de la imprenta de tipos móviles de Gutenberg y llegó hasta las primeras páginas web, las tradicionales, las que hoy llamamos 1.0.

Aquel modelo, asociado a otras cuestiones vinculadas al desarrollo del capitalismo y al manejo del poder, construyó sistemas de comunicación y de aprendizaje, de formato vertical descendente. El saber, las noticias, las opiniones, los valores, todo bajaba desde la palabra de los expertos. A los ciudadanos de a pie, solamente nos quedaba la posición pasiva: recibir lo que mandaban los dueños de los medios o del saber.

La 2.0 es una vuelta de tuerca en las comunicaciones y en el aprendizaje, que genera una horizontalización explosiva y pone todos esos postulados en cuestión. Las redes sociales tienen mucho que ver en este proceso. Fijate: Facebook apareció en 2005. El año pasado (antes de que se cumpliera una década), un estudio de Intel mostraba que en el mundo se producen casi 280 mil conexiones por minuto solamente a esta red.

Pero el hecho de que Facebook sea de una corporación privada no puede ocultar la tensión de fondo: ¿De quién es una red? del que pone la infraestructura o del que pone los contenidos. De hecho, Facebook no sería lo que es si no tuviera 1200 millones de cuentas. Esta discusión sigue estando planteada. Es una discusión equivalente a la de cualquiera de los medios productivos. No hay forma de entenderla de un solo lado, sino como propiedad colectiva. Y eso plantea la necesidad de trabajar una relación de fuerzas.

Dicho esto, se hace necesario pensar el otro aspecto: qué grado de aplicabilidad tiene aquella afirmación de que las herramientas 2.0 le dan la palabra al ciudadano común. Y cabe otra pregunta: El ciudadano de a pie, al que se le ofrece la palabra, ¿puede tomarla? ¿está en condiciones emocionales e intelectuales de hacerlo?

Aquí hay cuestiones paradigmáticas, que son las barreras más difíciles de enfrentar.

Y si pensamos en dificultades, es imposible no pensar en el tipo de educación que se ha venido haciendo en los últimos 100 años (por eso decimos siempre que lo subversivo de la explosión tecnológica es que transparenta todo).

Vos podés pensar un paradigma como un filtro que recorta y te muestra solamente una parte de lo que mirás, o como un andamio, que pone información allí donde no la tenés y te sirve para sostener una creencia. Pero nunca lo que ves es la verdad. Es lo que vos ves. En todo caso es tu versión de la verdad. Al menos la horizontalización nos ha democratizado esta concepción. Antes la verdad era la verdad del poder, la que nos bajaban como pensamiento único.

Hay montones de ejemplos acerca de esto. Yo siempre cuento uno relacionado con las tecnologías: Una vez un amigo, que es profesor universitario, en una reunión donde había mucha gente, dijo: Daniel es uno de los blogueros más importantes de Rosario (afirmación que está bastante alejada de la realidad). ¿En serio?, pregunté yo. Claro! -me respondió él- Te ví en la tapa de La Capital. En el momento pensé que se había publicado alguna referencia a lo que yo hago y no me habría enterado. Fui a mirar y me di cuenta de lo que estaba pasando. Esta persona y yo, hemos dado Me gusta en la página que el diario tiene en Facebook y además somos amigos entre nosotros. Cuando él accede al diario, hay una pequeña aplicación que le muestra un recuadro donde aparecen, aleatoriamente, un grupo de sus amigos de Facebook. Y esa aplicación está en la tapa del diario. El razonamiento, filtrado por sus paradigmas debe haber sido más o menos así: Daniel aparece en la tapa del diario. Lo importante aparece en la tapa. Daniel escribe blogs, ergo, Daniel es un bloguero importante. Esta persona no conoce el funcionamiento de los dispositivos de conectividad, entonces saca una conclusión equivocada en base a lo que ve.

Con esta cuestión tiene que ver aquella dicotomía que planteaba al principio, entre estar en una red social o ser parte de ella.

Ser parte de una red significa comprender las reglas de juego y atenerse a ellas. No se puede, como dice Jorge Rulli, usar cartas del siglo 20, para navegar en el siglo 21. Y si uno lo hace, el resultado siempre da error.

Claro, él lo dice para pensar la política, nosotros las herramientas de las redes sociales. Pero lo que emparenta una y otra cosa es el modo de mirar el cambio.

Pero antes dijiste que la base de los problemas tiene que ver con la educación…

En parte, con la calidad de la educación y con el modelo de aprendizaje que se promueve.

Antonio Battro, una de las mentes brillantes de la ciencia argentina, empezaba su libro La Educación Digital, de 1997, con aquella comparación que circuló hasta el cansancio por la Red: si trajéramos un médico de hace 100 años al consultorio de un colega de hoy, no sabría qué hacer. Pero si trajéramos un maestro de hace 100 años a un aula de hoy, prácticamente no encontraría diferencias.

Hoy nadie pone en duda que la cantidad de información disponible ya no tiene escala humana. Mucha de esa información es conocimiento, es decir, información que ha sido articulada y puesta en contexto al servicio de algo. Hoy es difícil decir: ya sé de esto sin ponerse colorado…(que también tiene que ver con la degradación de los escalafones de la enseñanza, pero ese es otro tema).

En lugar de eso hablamos de aprendizaje continuo. Justamente una de las cosas que uno necesita hacer hoy es diseñar su propio Entorno Personal de Aprendizaje (PLE, es la sigla en inglés de Personal Learning Environment). La tecnología promueve la producción de conocimiento y las redes su distribución. Cada vez hay más gente aprendiendo, pensando cosas y compartiendolas. Cambios permanentes van configurando modos diferentes de gestionar las cosas. Todo se complejiza. Cada quien tiene que saber cómo aprende, por qué canales, consultando a quién, leyendo qué cosas…. Y eso también es un saber necesario en esta época.

Te imaginás que estas prácticas cambian la forma de leer, de escribir, de aprender, de relacionarse con el conocimiento. Este es un tema en si mismo.

Pierre Lévy, un antropólogo tunecino, en una obra fantástica, publicada en 2006, habla incluso de que vamos hacia una Inteligencia colectiva, que la infraestructura que puede garantizar ese proceso ya existe y se llama Internet.

El otro aspecto, que no está separado de la calidad educativa, es que la manera de aprender, las creencias, la posición que una persona tiene frente al cambio, es un conjunto de cosas que están atadas a los paradigmas que sostienen a esa persona.

Entonces, aprender a manejar un dispositivo o a cargar contenido en una red social no es suficiente. Para comprender se hace necesario trabajar sobre el modelo de pensamiento, sobre el modelo de aprendizaje. Porque si no, la cuestión paradigmática termina configurando una trampa conocida como profecía autorrealizada.

Sucede casi siempre en la etapa siguiente al deslumbramiento, donde se juega la apropiación de las herramientas, el cambio de hábitos y la estabilización de ese cambio de hábitos. Lo hemos visto mucho en las capacitaciones a distancia con docentes. El esquema es más o menos así:

Afirmación de partida: Las tecnologías no sirven para esto. Aun con esa certeza, aceptan la capacitación a regañadientes, hasta que algo ocurre y se quiebra la barrera paradigmática. Entonces viene el descubrimiento de la posibilidad. El siguiente paso es lamentarse por no haber conocido mucho antes estas herramientas. Crece la ilusión con las posibilidades y la ansiedad por recuperar el tiempo perdido. De allí, con urgencia, se pasa a implementar, sin haber destinado esfuerzo alguno al diseño de estrategias adecuadas. Es decir: sigue pensando igual, pero ahora sabe manejar un blog, por ejemplo. Cuando desembarca con el proyecto novedoso en el establecimiento, el director, los compañeros y los alumnos miran al nuevo iluminado con cara de espanto, pero nadie hace nada. Resultado: no se puede aplicar. Frustración general. Conclusión: Yo lo sabía: esto no sirve.

Nuestra respuesta, invariablemente remite a aquella sentencia atribuida a Einstein: no puede esperar resultados diferentes si sigue haciendo lo mismo. Los resultados que tiene cualquier persona, vienen de lo que está haciendo ahora. Si quiere cambiar los resultados, tiene que cambiar lo que hace.

Sabemos que los procesos de implementación son mucho más difíciles que los de introducción: a todo el mundo le gustan las ventajas, pero no todo el mundo está dispuesto a poner el esfuerzo que requiere el cambio. El resultado es que si se trata de aparatos se usan como si fueran tecnologías de generaciones anteriores y si se trata de redes sociales se trabajan como si se tratara de medios tradicionales de noticias… Y yo te diría que para usar una red social como si fuera un diario… el diario es mucho mejor, entre otras cosas, porque fue pensado y ya está impuesto como eso.

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Las prácticas tecnológicas cambian la forma de leer, de escribir, de aprender, de relacionarse con el conocimiento.

Aclarado esto ¿qué hay de beneficioso en las redes sociales para una organización de base popular?

Básicamente un promesa muy potente: La posibilidad de llegar, de comunicar un mensaje a muchísima gente, a la que sería imposible conectar por los medios tradicionales. Y le toca a cada quien hacerla realidad.

Dejame hacerte primero una apostilla sobre cuál es el fundamento: La teoría de la red apareció inicialmente en 1930, en un cuento húngaro llamado Chains. El concepto está basado en la idea de que el número de conocidos crece exponencialmente con el número de enlaces en la cadena, y sólo un pequeño número de ellos son necesarios para que el conjunto de conocidos se convierta en la población humana entera.

Fijate el crecimiento exponencial que se produce en la red si vos tenés 100 contactos y cada uno de ellos también:

  • Vos x 100 = 100 (nivel 1)
  • 100 x 100= 10.000 (nivel 2)
  • 10.000 x 100= 1M (nivel 3)
  • 1M x 100= 100M (nivel 4)
  • 100M x 100= 10.000M (nivel 5)
  • 10.000M x 100= 1B (nivel 6)

Fue recogida y desarrollada por el sociólogo Duncan Watts en el libro Seis Grados de separación. La ciencia de las redes en la era del acceso.

Básicamente eso significa que cualquiera en la Tierra puede estar conectado a cualquier otra persona del planeta a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios (conectando a ambas personas con sólo seis enlaces).  Así de simple.

Microsoft hizo una vez una prueba empírica y comprobó la veracidad de la teoría. En un blog de la CNN, hace unos años se planteaban como juegos, desafíos para conectar personas que en apariencia nada tenían que ver. Por ejemplo: Diego Maradona con el magnate George Soros.

Diego Maradona > Carlos Menem > Daniel Scioli > Néstor Kirchner > Julio De Vido > Johnathan Soros > George Soros.

La redes sociales permiten visibilizar los amigos de tus amigos. Entonces el objetivo es encontrar quiénes son esas cinco personas que te conecten con la persona que estás buscando.

Eventualmente no vas a llegar a 1 billón de personas (un millón de millones, entre otras cosas porque hay nada más que 7 mil millones en todo el planeta), pero si pensás en el 0,5 por mil % (0,0005%) de la población total, estás hablando de 3,5 millones de personas. Hago esta cuenta nada más que para ponerlo en contexto.

En la práctica hay estrategias para hacer esto, que hay que aprender a implementar, pero estamos hablando de conectar personas en comunidades de intereses en diferentes partes de la provincia, del país y del mundo, no de pensar que tengo una página de Facebook con 4 ó 5 mil Me Gusta y algunas decenas de personas que interactúan permanentemente. Pensarlo así es sumarse al aspecto del consumo, al estar en la red.

Este también es un plano del debate en la relación de fuerzas de lo que se quiere confrontar. Si quiero cambiar una situación, una de las primeras cosas que tengo que medir es la relación de fuerzas entre lo que tengo y lo que quiero transformar.

Como las redes sociales son herramientas novedosas y con atributos de seducción poderosos, no hay que olvidarse que también están bajo el paraguas de lo que se ofrece para consumo. Por lo tanto, la disyuntiva está planteada entre usar las redes sociales como si fueran mercancía de consumo (estar en la red) o hacer otra cosa (ser parte de la red). Te imaginarás que hay muchísimos interesados en que la mayor cantidad posible de personas se entretengan y se distraigan estando en la red.

Del otro lado, tenés el desafío y la pregunta ¿y si resulta?… Que no es demasiado diferente del que vos te planteás cuando decís: Hay que conseguir que se restablezcan los delegados de base en todas las fábricas, porque esa es la verdadera garantía de la democracia sindical.

Como le dijo Lawrence de Arabia a sus oficiales, después de recuperar al camellero que se había perdido en la tormenta de arena y que todos daban por muerto: Nada está escrito, hasta que tú no lo escribas. La alternativa es desarrollar redes de miles de personas enseñándoles a ellos a su vez a desarrollar redes de miles de personas. Esa posibilidad se está jugando en este momento. Este camino significa ser parte de la construcción de la red. Y, si lo querés ver de este modo, esta es la relación entre educación, transmisión, aprendizaje y construcción de las redes.

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Como las redes sociales son herramientas novedosas y con atributos de seducción poderosos, no hay que olvidarse que también están bajo el paraguas de lo que se ofrece para consumo.

… hay muchísimos ejemplos de uso…

Ejemplos hay de los tipos y tamaños que quieras.

Así el mundo llegó a conocer masivamente la lucha de los zapatistas, o los discursos de Evo.

A principios de febrero de 2011, el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, se vio obligado a abandonar el poder empujado por un gran levantamiento popular que fue iniciado apenas 17 días atrás por activistas de Internet que consiguieron, gracias a Twitter, atravesar el bloqueo impuesto a las comunicaciones y generar una gigantesca ola mundial de repudio. Ahí se hicieron famosos, Twitter y el concepto de la viralización. Pero no sólo ahí, también en las elecciones de Irán, en 2009, en Túnez, en Moldavia en las protestas antigubernamentales, en España durante el debate entre Rajoy y Zapatero en las elecciones de 2008, en México… Sólo hay que bucear un poco en Internet para ver que hay muchísimos ejemplos de usos sociales de esta herramienta.

No solamente en el terreno de las luchas. Cualquier grupo de música testea hoy los temas en las redes sociales antes de lanzarlos y luego los propios seguidores del grupo son los que ayudan en la difusión. Manu Chao, Patricio Rey o Calle 13 casi no gastan dinero en publicidad. Toda la promoción de las giras los recitales o los lanzamientos se hace generando sinergia con miles de seguidores que son los que mueven los eventos y multiplican el interés en las redes. Ellos después reciben beneficios como para retribuir de alguna manera lo que hacen por sus ídolos. En la jerga eso se llama engagement, fidelización o mantenimiento del compromiso.

En las prácticas culturales en la Red se mantiene esta idea que nosotros conocimos con el trueque allá por el 2001/2002: la de ser prosumidores. Los usuarios son reconocidos como prosumidores, o sea consumen algo, pero también producen algo y siempre la base de la transacción es un intercambio. No hay sujeto pasivo. Esto es distinto en el esquema de consumo, donde el usuario es un consumidor pasivo neto.

¿Y cómo se implementa en una estructura que es horizontal, en la que las decisiones se toman por asamblea, en la que conviven tanta diversidad de intereses?

Bienvenida la diversidad. La Red es un espacio multidiverso. Pensemos con Antonio Battro, cambiando algunos datos: si trajéramos un médico de hace 100 años al consultorio de un colega de hoy, no sabría qué hacer. Pero si trajéramos un militante popular de hace 100 años a un escenario de hoy, prácticamente no encontraría diferencias.

Cambiamos maestro por militante popular y aula por escenario, y lo primero que vemos  es que la afirmación sigue teniendo sentido. Pero es posible preguntarse algo más: En la afirmación original de Battro, la imposibilidad (relativa) de establecer diferencias, tenía que ver con el atraso de la educación que era como si se hubiera detenido en el tiempo. En esta nueva construcción ¿por qué no encontraría diferencias?¿porque la realidad no cambió o porque la estamos enfrentando con las mismas metodologías de antes?

Entre 1820 y 1840, circuló por los caminos ingleses toda una variedad de locomotoras ruteras que transportaban carga y pasajeros. […]

Alarmados por la presencia de esas humeantes aplanadoras que espantaban a los caballos y destrozaban los caminos, los legisladores británicos pensaron en frenar su difusión, y no encontraron nada mejor que limitar su velocidad.

(Citado por Pablo Capanna en un artículo muy recomendable sobre la tecnología, publicado por Página 12 el 4 de marzo de 2000).

Lo que quiero decir es que para pasar de los carros de caballos a los trenes hubo que subir la base tecnológica. No se puede manejar un tren sabiendo solamente cómo manejar un carro. Hay que aprender a manejar el tren.

Este principio es aplicable hoy. No se puede sacar partido de la tecnología sin levantar la base tecnológica. Si no, seguimos sin hacernos cargo de la horizontalización y pensando como cuando nos llovía todo con el formato del pensamiento único.

Pensá que un teléfono inteligente como el que usás vos, es 100 mil veces más potente que la computadora que puso la misión Apolo 11 en la Luna. Ahora, no para ir a la Luna, pero ¿no te parece que se le podría sacar más partido que a un teléfono común? ¿No estás sub utilizando los recursos que tenés?

Nosotros lo vemos claramente en dos sectores. Los docentes que usan las tecnologías hace dos o tres años, tienen otra forma de pensamiento respecto a quienes no las usan o se mantienen enojados con el tema. Y el otro sector donde vemos la diferencia es en los periodistas. Es decir: el hombre hace la tecnología y luego la tecnología modela al hombre. Esto es tan antiguo como la rueda.

No hay demasiados secretos: hay que levantar la base tecnológica. No solamente en una organización de base popular, esto vale para cualquier organización y para cualquier persona que quiera pensar cómo gestionar hoy. De otro modo seguimos discutiendo los trenes, parados arriba del carro.

Y obviamente, en este levantar la base tecnológica, no hablamos solamente de aprender a manejar aparatos, sino también de tecnologías de gestión, de modos de pensamiento, de modelos de aprendizaje y de transmisión, de estrategias colaborativas… Esas son las reglas de juego si uno quiere resultados en los canales masivos.

Pensemos algunas cuestiones relacionadas con actividades de hoy: la iniciativa sobre Bienes Comunes, por ejemplo, que es algo que yo conozco de adentro, ya que asisto a las reuniones, porque el tema me interesa en forma personal.

Escucho a los compañeros quejarse de que al principio venía mucha gente y el grupo ha quedado reducido a menos de la tercera parte. Si pienso esto con cartas de navegación del siglo 20, saco una conclusión más o menos como ésta: La gente es así, mucho entusiasmo al principio y después desaparece.

En ese diagnóstico se podrían leer muchísimas más cosas, pero no vamos a detenernos ahí. Si pienso con cartas de navegación del siglo 21, debería preguntarme dónde se cae la convocatoria, por qué no puedo retener a la mayoría.

¿No será que no encontramos una manera de distribuir tareas y trabajar colaborativamente? Si todos estamos muy ocupados y hay dificultades para viajar ¿no podremos hacer la parte más ardua como gestión virtual y reunirnos cada tanto, para encontrarnos, para vernos, para cargarnos las pilas unos a otros, en lugar de encontrarnos a debatir con prácticas que incluyen larguísimas listas de oradores, desenfoques, repeticiones de temas, idas y venidas… Y no se trata de abolir la mística de las reuniones, sino de ponerla donde corresponde, pensando si siempre tiene que ocupar la cabecera, o en estas actividades la cabecera la tienen que ocupar, la planificación, la eficiencia, la optimización de recursos y la gestión colectiva.

Claro, si uno lo piensa en términos de eficiencia, enseguida se pregunta si del otro lado los contaminadores siguen haciendo lo suyo, la respuesta es sí. Los depredadores también, los envenenadores también… ¿por qué pensamos que en un tema tan serio como este podemos tomarnos todo el tiempo del mundo? ¿por qué no podemos, en definitiva, actuar consistentemente con la iniciativa que nos proponemos, sabiendo que tenemos que capacitarnos, unificar el discurso, debatir estrategias de comunicación, planificar todas las etapas del proyecto, salir a comunicarlo, etc. etc… y nada de eso requiere hoy solamente reuniones presenciales. Todo se puede hacer más fácil y productivamente sobre una plataforma colaborativa como Google Drive, por ejemplo…

Pero hace falta correrse de este paradigma. Cambiar la mirada.

Lo mismo para pensar la campaña de Un millón de firmas por el 82% móvil para los jubilados o la difusión de un conflicto.

¿Por qué no podemos pensar que, además de una moda, el Twitter es una herramienta fantástica para profundizar las prácticas de consulta horizontal, que puede complementar las prácticas asamblearias en muchísimos niveles, que puede servir  para hacer mini encuestas o recabar información sobre algún suceso en forma instantánea, que puede ayudarte a transmitir un evento a toda la red, simplemente usando un hashtag y leerse en todo el mundo… Y tantas cosas más que tendrán que ir descubriendo ustedes en la práctica.

¿Te imaginás lo que significaría que los militantes populares aprendieran a manejar la información así? Estarías incluyendo a todo el mundo y teniendo información en tiempo real, casi.

Hay mucho para pensar y para hacer. Mientras tanto, quizás se puedan empezar a poner estas cuestiones en debate.

 

Actualización 11/09/2014:
Audio del reportaje en el programa Propuesta Gremial, el 06/092014.

 

 

 

 

 

 

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Categoría: Culturas

Acerca del Autor ()

Padre. Hacedor. Resiliente. Estudiador. Curioso. Persistente. Apasionado. Aprendí a contar con un ábaco. En el primer año de la secundaria soñaba con tener una regla de cálculo. Hasta tercero lidiamos con las calculadoras personales y los permisos para usarlas en clase. Cuando fui profe universitario me preguntaba si debía aprobar los trabajos hechos en la computadora personal. La primera portable que tuve me mostró las ventajas de la movilidad y la segunda me presentó a Internet. Hoy, ayudo a las personas y a las organizaciones a involucrarse con los entornos 2.0.- Fundé Seco & Serif en los 90, tuve que aprender prácticamente solo a hacer producción gráfica digital cuando no había nadie alrededor. La primera aplicación que aprendí a manejar fue Adobe Illustrator 3. Y la última —seguramente— será la que salga mañana. Nunca quiero ser el más inteligente sino el que más trabaja. Soy prácticamente autodidacta aunque tengo títulos y certificados que dicen otras cosas. Hace muchos años que leo y pienso acerca de la posición del sujeto frente a la explosión digital y todos los días celebro que me haya tocado estar aquí en esta época.

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