Educación

Texto de presentación de la Intranet (red interna) construída en el laboratorio de informática del IPEM 344 de Villa Cura Brochero.

¿Qué deberíamos hacer?

Dice un antiguo proverbio: Hay tres clases de personas. Están los que discuten ideas: esos son los más altos, están los que discuten acerca de las cosas: esos 000_1308son la mayoría; y están los que discuten acerca de las otras personas: esos son los más pequeños ¿Cuál de estos tipos de personas estamos formando en nuestros alumnos? ¿Cómo los imaginamos? ¿Los estamos preparando para que puedan insertarse en el mundo real? Quizás todos tengamos visiones distintas de lo que significa el mundo real. Digámoslo de distinta manera: ¿Cómo pensamos que es el mundo hacia donde acompañamos a nuestros alumnos a lo largo del tiempo que permanecen en esta casa? ¿Qué imaginamos que podrí­an hacer ellos cuando salgan de aquí­? Si abrimos una puerta grande para que vean el mundo, éste será enorme para ellos. Si abrimos una puerta pequeña, ése seré el mundo.

Un ejemplo: El impacto en la gráfica

La Argentina, como la mayoría de los paí­ses periféricos, llegó tarde a la tecnologí­a. Para cuando empezaron a llegar las máquinas digitales nosotros todaví­a estábamos descubriendo el lenguaje multimedia. Las computadoras gráficas empezaron a poblar los escritorios y los talleres gráficos se despoblaron de especialistas. Apenas 15 años atrás, entre una idea de comunicación y un folleto impreso habí­a: un creativo, un bocetista, un pasador, un ilustrador, un redactor, un corrector, un tipeador, un fotolitero, un armador de original, un fotógrafo gráfico, un tramador, un peliculero, un armador de astralón, un preparador, un copista, un impresor, un guillotinador y un encuadernador. Dieciocho especialidades. Hoy ese mismo recorrido lo hacen un diseñador, un editor de pelí­cula gráfica, un copiador, un maquinista operador de off-set y un guillotinador. Cinco nuevas especialidades que incluyen las dieciocho anteriores. Mucha gente decí­a: eso no va a pasar aquí­. Pero las grandes empresas fabricantes de maquinaria y software inundaron el mercado de tecnología, e hicieron que pasara.

La Educación y las TICs.

Hace apenas cinco años en Traslasierra la expresión TICs no significaba nada. Solamente habí­a un portal turí­stico desactivado y un proveedor de internet con una conexión satelital que tení­a dieciocho clientes. Computadoras y escuelas eran términos que a nadie se le 000_1311ocurría imaginar interactuando. Tampoco había teléfonos celulares, ni sistemas de envío y recepción de mensajes de texto. Hoy nos resulta normal ver teléfonos celulares con cámaras digitales incorporadas en manos de los chicos, hay tres proveedores de conectividad a Internet, las escuelas más importantes de la zona han sido equipadas con laboratorios de informática, los cibercentros proliferan como antes las cabinas telefónicas y lo normal es que tengan una gran afluencia de público.

Durante el 2005, el Estado Argentino, a través del portal Educ.ar desarrolló 10 CDs con recursos para incluí­r las TICs en el aula, que distribuyó entre todos los docentes del país que lo solicitaran. La Argentina tiene 800.000 docentes. Solamente se entregaron algo más de 100.000.

El pasado 6 de abril, el portal Educ.ar inauguró el espacio par@educ.ar, un gigantesco foro on-line de interacción para los docentes de todo el paí­s, desarrollado por los mejores especialistas en cada una de las materias. Semejante esfuerzo fue asumido casi en su totalidad por la empresa Microsoft. Muchos docentes dirán: Microsoft se adueñó de la Educación Media en la Argentina y otros se pondrán a trabajar para construí­r recursos aplicables al mejoramiento de la educación en su escuela.

Durante este año, el Estado argentino comprará el primer millón de computadoras portátiles desarrolladas especialmente por un grupo de empresas nucleadas alrededor de MIT (Instituto Tecnlógico de Massachussets) y destinadas a equipar con tecnologías la educación en los paí­ses más pobres. Argentina es el único paí­s de habla hispana incluí­do en el proyecto, y con Brasil, son los únicos de Latinoamérica (Actualización 30 de diciembre 2008: hasta el momento de republicar este artí­culo, el proyecto OLPC original ha sufrido una gran cantidad de transformaciones, los promotores del mismo en nuestro paí­s ya no están en sus puestos y en lo que respecta a su implementación local, no existen comunicaciones oficiales).

Muchos docentes dirán: aquí­ no va a pasar y otros sabemos que las empresas harán que pase, porque ya lo vivimos con la gráfica, con los teléfonos, con la TV por cable, con el correo, con los cajeros automáticos, con la banca electrónica, con los supermercados, con los CDs, con DVDs, con los containers, con los envases descartables, con las tarjetas de crédito y con tantas cosas más. Para cuando una masa crítica de docentes comience a entender el funcionamiento de una computadora y descubra que puede utilizarla como algo más que una máquina de escribir automatizada, Internet ya habrá dado varios grandes saltos conceptuales. Ya dejó atrás la Web 1.0 y está en pleno desarrollo de la Web 2.0.

Hoy no podemos decir que no hay TICs en Traslasierra, ni que no hay infraestructura en las escuelas. Pero falta armar acoplamientos entre esas herramientas y la educación real de nuestra zona. Ese trabajo no pueden hacerlo las empresas. Tampoco puede hacerlo el Estado. Debemos hacerlo los docentes. No por nosotros, sino para no permitir que los alumnos, que las próximas generaciones, que nuestros hijos, vean el mundo desde una ventana pequeña.

Este proyecto es un intento de dar una respuesta. No desde la queja por el destino que nos tocó como habitantes de un paí­s periférico, en una zona olvidada del interior profundo. Sino para pensar, con las herramientas que tenemos, con las cartas que nos tocaron en el reparto, qué hacemos para ganarle la partida al atraso, a los prejuicios, a la indolencia, a la miseria y, sobre todo, cómo conseguimos hacer que el paso por la escuela, para nuestros alumnos sea más significativo en sus vidas, de lo que es hoy.

Daniel I. Krichman. Villa Cura Brochero, 8 de abril de 2006.-